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Mostrando las entradas de junio, 2017

AMOR DE UNA MAPUCHE

Sin querer, mientras caminaba en la esquina de la Calle Quinta, te vi, con tu traje de mapuche, tus cantos ancestrales, tu cara adornada por el brillo del sol y el perfume de las rosas de la plaza.  Seguro, dirán algunos ¿Que vi yo en una ¨india¨ (como despectivamente la llaman) para quedar perdidamente enamorado? Pues, amigos míos, esa mujer es tan radiante en belleza y espíritu... no solo es bello su rostro y su cuerpo... ¡Es más hermoso su corazón, porque ella no le da tregua a la humillación, al fracaso, a las ofensas!  Orgullosamente, es una digna hija de Caupolicán, conversé con ella, me hize su amigo, quedamos unidos en amor de mente, de cuerpo y de ideales, me pidió para su regalo de bodas llevarla a Puerto Mont, para refrescar sus pasos en las mansas aguas del mar. José Alexander González Quizhpe, Ecuador.

DISTINTO

Imagen
Iván Escobar, Argentina.

HADAS MALAS, BRUJAS BUENAS

¿Brujas que me miraban y muy lento me asustaba?... ¿Que pasaba en ese momento? Nunca había sentido algo así. A dos hadas mágicas que me ayudaban a salir de ese lugar, les dije que mi casa quedaba hacia el Norte de la montaña. Ellas prometieron llevarme, el paisaje no era familiar, cruzamos a dos duendes en el camino que me decían "No, no vallas con ellas", no hice caso, ellas parecían buenas... ¡Las brujas eran malas!. De repente comencé a sentir o lor a muerte, un sabor amargo en mi boca, era raro, nunca antes había sentido eso, parecía un sueño del que no podía despertar. En un momento, el paisaje se hizo oscuro y no vi más a las dos hadas. ¿Que pasa? Me he perdido, no sé a donde estoy. Luego de un par de horas aparecieron las brujas y me ayudaron a salir de ahí. Moraleja: Las apariencias engañan, no hay que mirar el aspecto a la hora de conocer a la gente y mucho menos, juzgar sin saber. Las brujas no siempre son malas, y las hadas no siempre son buenas. Sol Brissolesi

LA NOCHE PERFECTA

Sin pensarlo te seguí y fue justo ahí donde me di cuenta que eras para mí. No quiero dejarte, no quiero alejarme. Pero, sin poder evitarlo, tengo que aceptarlo. Las estrellas más hermosas del cielo se convertirán en tus ojos, el viento de aquel atardecer en tus abrazos. Y fue así... mirando el cielo, pensando en ti... ¡Los ojos más lindos que un día ví!  Y fue así que te conocí... te extraño, lo reconozco. Te necesito, lo lamento... porque no me animo a decirte lo que siento. Pero jamás olvides que de cuanto te amé no me arrepiento y siempre estaré buscando pretextos para poder verte volverme a enamorar, como nunca antes. Te amo, y no lo olvides: "No salís de mi mente". Sol Brissolesi, Argentina.

NO DIGAS NADA

No digas nada, solo déjame mirarte  y perderme mientras mis manos no pueden acariciarte. No digas nada, solo déjame mirarte  e imaginar que te importo, mientras ni quieres escucharme.  No digas nada, solo déjame mirarte e idealizar un encuentro que no propicia darse. No digas nada, solo déjame mirarte, solo déjame hacerlo. Génesis Sánchez Díaz, Ecuador.

UNA CARTA DE ETERNA Y NOBLE ESPERA

Sentado en su triste oficina, llena de amargos momentos, con su vela queriendo apagarse y con el gélido clima que arreciaba en San Petersburgo, una noche, un jóven oficial del ejercito imperial ruso, le escribía, diríamos extrañamente, a su desaperecida novia, Ekaterina: San Petersburgo, Agosto ocho de mil novecientos cinco (08/08/1905) Ekaterina, amada mía: Llevo días y meses enteros aguardando tu llegada. Flor de mi vida, me pregunto ¿A donde estarás? Me desespero al pensar que pudo pasarte lo  peor, yo te he buscado impacientemente, de ciudad en ciudad. No sé si mi partida hacia Siberia te partió el corazón, tal vez hayas derramado muchas lágrimas por mí, pensado que yo de ti me había olvidado y que en otros brazos me sentía confortado, pues no fue así. No solo el hambre y el frío que mi cuerpo sentía parecía diezmarme, el enorme motivo de mi verdadero pesar era el estar lejos de ti. Quizá, tú esperaste que yo llegara en primavera, pero retorné en otoño, cuando tu casa

LA GRANDEZA DE LOS NIÑOS

En el día del niño en Ecuador, 1 de Junio. Papá:  -¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste? -Le preguntó un hijo a su padre... -Hijo mío, el tiempo pasa y pasa y yo, cada vez más viejo y con problemas, le tengo miedo al tiempo porque sé que cuando termine el mío, mi existencia en este mundo se borrará y no te tendré junto a mí, no escucharé tu canto cuando llegas del colegio a casa, o cuando seas un profesional. Perdóname sino estoy contigo en esos y en muchos otros momentos maravillosos  de tu vida. El hijo que entre lágrimas escurridizas estaba escuchando, tomó de la mano a su padre y mirándolo fijamente le respondió: Papá, me siento triste, no digas eso... ¿Te acuerdas cuando ibamos a jugar con mis juguetes en el parque, o cuando estuve en el hospital y nunca te separaste de mí por noches enteras, o en aquella ocasión cuando mis amiguitos me molestaban y decían que era un torpe para jugar al fútbol y tú me diste consuelo y a la vez ánimos para salir adelante?. No importa en