UNA CARTA DE ETERNA Y NOBLE ESPERA
Sentado en su triste oficina, llena de amargos momentos, con su vela queriendo apagarse y con el gélido clima que arreciaba en San Petersburgo, una noche, un jóven oficial del ejercito imperial ruso, le escribía, diríamos extrañamente, a su desaperecida novia, Ekaterina:
San Petersburgo, Agosto ocho de mil novecientos cinco (08/08/1905)
Ekaterina, amada mía:
Llevo días y meses enteros aguardando tu llegada. Flor de mi vida, me pregunto ¿A donde estarás? Me desespero al pensar que pudo pasarte lo peor, yo te he buscado impacientemente, de ciudad en ciudad. No sé si mi partida hacia Siberia te partió el corazón, tal vez hayas derramado muchas lágrimas por mí, pensado que yo de ti me había olvidado y que en otros brazos me sentía confortado, pues no fue así. No solo el hambre y el frío que mi cuerpo sentía parecía diezmarme, el enorme motivo de mi verdadero pesar era el estar lejos de ti. Quizá, tú esperaste que yo llegara en primavera, pero retorné en otoño, cuando tu casa lucía sin vida ni alegría.
Alguien me había dicho que te vieron partir pobremente arreglada y con ropajes pobres, hacia algún rumbo incierto. Ahora siento que en lugar de sentir el abrigo de tu amor, un témpano de hielo y culpa me quiere abrazar maliciosamente, seguramente el tiempo pudo corroer tu alma y te fuiste. Probablemente ya me hayas puesto en el rincón polvoso y poco cuidado de tus sentimientos tristes, ¿Pero sabes? Aqui estaré yo, dispuesto enormemente a esperarte, sin importar el tiempo. Yo aguardaré por ti en la cálida habitación, en la que la pasión se desbordó enormemente y los besos parecían lluvia porque sucedían constantemente y en cantidades incalculables. Sin más que mi adolorido corazón pueda decirte, culmino esta carta...
De aquel oficial tan gallardo y humilde que por nada ni nadie terminará de quererte.
Yaroslav Korsakov.
De aquel oficial tan gallardo y humilde que por nada ni nadie terminará de quererte.
Yaroslav Korsakov.
José Alexander González Quizhpe, Ecuador.
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