CERDOS INVASORES


Me acerqué a la sala de operaciones y le conté mi pesadilla al capitán. Parecía extrañado, pues soy hombre de pocas palabras; le conté que había soñado con el inminente ataque de cerdos humanoides posterior a una guerra nuclear. Que las grandes potencias del mundo firmaron un acta de rendición, después de que aquellos monstruos acabaran con todas las bases militares del mundo y que los pocos prisioneros fueron sometidos a horrendos experimentos.

El capitán le contó mi pesadilla al alto mando militar: toda la junta estalló en risas mientras me señalaban como el bufón de la base. Como castigo, fui obligado a lavar todos los baños del alto mando. Minutos después sonaba la alarma: fuimos llamados a la sala de operaciones y pronto estaríamos todos allí.

-Han atravesado nuestro perímetro de seguridad -dice el capitán, nervioso. Luego me señala -Tal parece que tu pesadilla se hizo realidad.

-¿No resultamos victoriosos en la última invasión extraterrestre?

-Esta vez es diferente, -y el capitán me señaló en el gran ventanal enormes naves negras que se acercaban a la base. Varias de ellas iban apareciendo de la nada, como si fueran desactivando una por una sus escudos de invisibilidad, evitando ser detectadas por nuestros radares.

-¡Vienen por nosotros! El último bastión de defensa de la humanidad.

Entonces lo vi claramente: grotescos cerdos humanoides de gran tamaño descendían de sus naves, destruían la sala de operaciones y exterminaban a todo el mando militar con sus armas. Horridos chillidos infernales daban al volver añicos a mis compañeros; mientras tanto, los cielos eran testigos  de más naves que venían hacia nosotros. Una invasión en todo el sentido de la palabra. El líder, un anciano y apestoso jabalí se llegó hasta mí para darme el golpe final, apuntándome con su pistola desintegradora. Dispara y… despierto de mi pesadilla. Estoy en la granja de mis abuelos, afuera llueve un poco y recuerdo que hoy debo matar al último cerdo del granero. Desayuno, ducha y en media hora estoy con aquella bestia porcina; cuando acerco mi cuchillo llega mi abuelo y me advierte que salga rápido: el horror de la incertidumbre se apoderan de mí cuando al salir veo enormes naves púrpuras, gigantescas y triangulares, flotando en los cielos. Una invasión real que apenas iniciaba.

David Scandela 🇻🇪

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