AMOR
En una tierra muy lejana donde la imaginación se queda corta ante las maravillas, había un joven, llamado Lucas, que en su niñez fue maldecido porque todo lo que tocaba se convertía en polvo. Debido a este poder, muchos de sus seres queridos murieron, incluido su primer amor, quien con el toque de un beso se convirtió en polvo.
Todos los días se preguntaba: -¿Por qué? -Había tantos hombres en esa tierra.
Estando tan solo y desesperado, le pidió a una bruja que lo matara y acabara con este martirio sin fin. Ella, por su parte, se negó y le dijo que era prácticamente imposible, pero que podía sellarlo de tal manera que no pudiera liberarse. Y así terminó el pobre Lucas, o eso creían las personas cercanas al santuario, donde fue sellado, al parecer, para siempre.
Un par de años después llegó al pueblo una reconocida sacerdotisa, su nombre era Rebeca, su poder para crear objetos mágicos era tan grande como su inocencia, su sencillez para crear soluciones a los problemas y su carácter pasivo que la hacía presa fácil de disímiles criaturas. Tras pasar unas semanas en ese lugar, Rebeca se dio cuenta de que sus habitantes evitaban la cercanía al cercano santuario. Así que un día decidió investigar por qué tenían miedo. Ya adentro, precisamente en el centro, había una fuerza sobrenatural tan poderosa que dañó las paredes, pero lo más curioso fue encontrar a un niño dormido entre esa energía negativa, que aparentemente emanaba de él.
En la pared había una inscripción que decía:
"El beso de la creación salvará la destrucción de lo que la aflige"
Luego de dos horas de análisis, pensó que lo correcto sería despertarlo, y así averiguar qué significaba esa frase. Pero después de mucho intentarlo, decidió que llamarlo sería inútil. Por un momento se quedó observándolo. Era muy atractivo, hasta el punto en que no pudo resistir el impulso de besarlo.
Luego de esa acción, comenzaron a emanar luces del joven, lo que al final terminó por purificar las energías de ese lugar. Lucas abrió los ojos lentamente, y en un frenesí giraron sin parar buscando respuestas hasta que se toparon con los de aquella joven. El joven encontró en ellos una paz que lo invadió hasta quedar completamente tranquilo. Rebeca le preguntó:
-¿Por qué estás en este lugar solitario? -y Lucas con tristeza le cuenta su historia.
La pobre niña solo pudo reírse al ver la cara de vergüenza de Lucas y le dijo que ella lo cuidaría para que no se quedara solo y perdiera el control nuevamente. Se puso de pie y le tendió la mano, que él rehusó, diciendo:
-No puedo tocarte, si lo hiciera te desintegrarías en cuestión de segundos, o no me escuchaste cuando te conté mis recuerdos -Por un momento Rebeca estuvo pensando en una solución, hasta que de sus manos salieron rayos de luz que formaron una esfera de la que salió un anillo y se lo ofreció a Lucas, quien lo tomó y con una seña de la niña se lo puso.
Rebeca se acercó a Lucas, mientras él se alejaba temeroso, pero esto fue inútil porque muy pronto terminó acorralado entre ella y una pared. La sacerdotisa agarró su rostro, se acercó y lo besó. Al ver que no pasaba nada, el chico le contestó y le juró al oído que siempre la protegería, pues gracias a ella había recuperado las ganas de vivir. Para devolverle la acción, antes de irse de ese lugar le hizo jurar que lo harían. Luchar siempre por la vida y así estar juntos. Entonces con todo despejado, se dirigieron hacia el pueblo donde vivieron una vida próspera y feliz.
Keylin Daniela Oropesa Montalvo,
14 años,
Cuba.
Ilustración: Web.
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