MI REGALO MÁGICO
La magia está en ti...
Kevin Muñoz Gómez,
La Navidad es una época de alegría, de estar unidos, de perdonar, eso es lo que siempre dice mi mamá. Esta fecha es especial, muchas luces, adornos, regalos, el árbol de Navidad. Todo lo que se vive y como se disfruta es hermoso. Todo empieza con la carta a Papá Noel, es una magia única, yo solía contar, más bien descontar en el almanaque, los meses, los días y luego las horas.
Comienzan los preparativos, que emoción. Por fin ha llegado el momento de montar el arbolito y colocar tantos adornos como podamos encontrar. Todos queremos participar, mi hermano Andy pone una pelota brillante, mi mamá un moño rojo, otro y otro, parece querer llenarlo de moños, dice que se ven tan lindos. Las campanitas son mías, exclamé. Una voz fuerte vino del comedor diciendo, avísame cuando hayan terminado de colgar tantos adornos, que no se vea el broche. Ese es el objetivo de nuestro pensamiento. No queríamos ver el pino, vemos árboles y pinos todo el año, ahora queremos ver luces, colores, destellos, muñecos de navidad. Si la casa se ve tan alegre, las caras de las personas también se ven diferentes, algunas se ponen serias por algo o alguien que recuerdan, pero la mayoría parece iluminada por luces navideñas. El árbol estaba casi terminado, lo único que faltaba era la estrella, como está en la punta, allá arriba, siempre es la parte de mi papá. La estrella y las luces, sí, porque las luces las ponemos alrededor del pino, dando vueltas para no dejar ningún espacio sin luz, de arriba abajo y de abajo arriba. Al final nos reímos, comentamos el buen trabajo que hicimos, ponemos música y lo vemos como si fuera nuestra obra de arte familiar. Este pin de plástico, adornos y luces han sido testigos de buenos tiempos navideños. Nos han visto crecer a mi hermano y a mí, los usamos todos los años, aunque siempre añadimos alguna decoración nueva. Parece raro pero con pocos detalles nuevos siempre queda perfecto. Mi mamá está en la cocina cuidando cada detalle. La comida huele bien y los dulces aún mejor. Este año le pedí a Santa un regalo, Le expliqué bien por qué y para qué quería ese regalo. No quiero nada caro, ni de marca, quiero un amigo que lo cuide y juegue con él. Mi hermano Andy le tiene miedo a los perros, sé que este amigo le ayudará a perder el miedo. Esa idea me hizo desear tener un perro. Noté un poco de misterio, hablaban en voz baja, traté de escuchar por curiosidad, pero no lo logré. El día parecía muy largo. Tenía tantas ganas de que llegara el momento de abrir los regalos y felicitarnos, por suerte no se hizo esperar. Ayudé a mi mamá, recibí a mis tías ya mis primas, conversamos, jugamos y hasta bailamos. Entretenidos, el tiempo pasaba más rápido. El momento esperado ha llegado. Mi mamá le dio un beso a mi papá y un flan de vainilla como regalo. Mis tías le dieron a Andy un hermoso estuche con el juguete que quería. Mi papá le pidió a mi mamá que cerrara los ojos para sorprenderla con un hermoso ramo de flores rojas, con un moño muy parecido a los que le había puesto al pino. Mis tías, sus esposos y mis primas también recibieron regalos, solo faltaba yo. Si me han olvidado pensé. De repente, todos se quedaron en silencio y me miraron. Querían mirarme la cara para ver mi reacción. En ese momento no sabía qué iba a pasar, ahora que lo recuerdo, todo tiene sentido. Kevin, no te hemos olvidado, dijo mi mamá riéndose y puso en mis manos una cajita con mi regalo. Que creen, se rompió el silencio, de la caja salió un perrito muy pequeño, envuelto en adornos dorados, parecía parte del árbol de navidad. Levantó la cabeza, hizo algunos sonidos, me miró y desde ese momento fuimos inseparables. Con sus payasadas y su ternura se ganó el corazón de todos, incluyendo a mi hermano que lo ama. Tobby, que es el nombre de mi perro, ha hecho milagros. Llena a todos de alegría, les quita el miedo, les hace olvidar sus problemas y penas cuando juegan con él. Mi abuela lo cargó y nunca había tocado un perro en su vida. Este cachorro es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Se acaba la navidad, pero les dejo su magia, magia con nombre, magia que ladra, magia que salta y nunca se acaba. Han pasado dos años desde aquella hermosa Navidad, por esta solo pido salud y felicidad para toda la humanidad porque mi regalo mágico está aquí conmigo. Mi abuela lo cargó y nunca había tocado un perro en su vida. Este cachorro es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Se acaba la navidad, pero les dejo su magia, magia con nombre, magia que ladra, magia que salta y nunca se acaba. Han pasado dos años desde aquella hermosa Navidad, por esta solo pido salud y felicidad para toda la humanidad porque mi regalo mágico está aquí conmigo. Mi abuela lo cargó y nunca había tocado un perro en su vida. Este cachorro es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Se acaba la navidad, pero les dejo su magia, magia con nombre, magia que ladra, magia que salta y nunca se acaba. Han pasado dos años desde aquella hermosa Navidad, por esta solo pido salud y felicidad para toda la humanidad porque mi regalo mágico está aquí conmigo.
Comienzan los preparativos, que emoción. Por fin ha llegado el momento de montar el arbolito y colocar tantos adornos como podamos encontrar. Todos queremos participar, mi hermano Andy pone una pelota brillante, mi mamá un moño rojo, otro y otro, parece querer llenarlo de moños, dice que se ven tan lindos. Las campanitas son mías, exclamé. Una voz fuerte vino del comedor diciendo, avísame cuando hayan terminado de colgar tantos adornos, que no se vea el broche. Ese es el objetivo de nuestro pensamiento. No queríamos ver el pino, vemos árboles y pinos todo el año, ahora queremos ver luces, colores, destellos, muñecos de navidad. Si la casa se ve tan alegre, las caras de las personas también se ven diferentes, algunas se ponen serias por algo o alguien que recuerdan, pero la mayoría parece iluminada por luces navideñas. El árbol estaba casi terminado, lo único que faltaba era la estrella, como está en la punta, allá arriba, siempre es la parte de mi papá. La estrella y las luces, sí, porque las luces las ponemos alrededor del pino, dando vueltas para no dejar ningún espacio sin luz, de arriba abajo y de abajo arriba. Al final nos reímos, comentamos el buen trabajo que hicimos, ponemos música y lo vemos como si fuera nuestra obra de arte familiar. Este pin de plástico, adornos y luces han sido testigos de buenos tiempos navideños. Nos han visto crecer a mi hermano y a mí, los usamos todos los años, aunque siempre añadimos alguna decoración nueva. Parece raro pero con pocos detalles nuevos siempre queda perfecto. Mi mamá está en la cocina cuidando cada detalle. La comida huele bien y los dulces aún mejor. Este año le pedí a Santa un regalo, Le expliqué bien por qué y para qué quería ese regalo. No quiero nada caro, ni de marca, quiero un amigo que lo cuide y juegue con él. Mi hermano Andy le tiene miedo a los perros, sé que este amigo le ayudará a perder el miedo. Esa idea me hizo desear tener un perro. Noté un poco de misterio, hablaban en voz baja, traté de escuchar por curiosidad, pero no lo logré. El día parecía muy largo. Tenía tantas ganas de que llegara el momento de abrir los regalos y felicitarnos, por suerte no se hizo esperar. Ayudé a mi mamá, recibí a mis tías ya mis primas, conversamos, jugamos y hasta bailamos. Entretenidos, el tiempo pasaba más rápido. El momento esperado ha llegado. Mi mamá le dio un beso a mi papá y un flan de vainilla como regalo. Mis tías le dieron a Andy un hermoso estuche con el juguete que quería. Mi papá le pidió a mi mamá que cerrara los ojos para sorprenderla con un hermoso ramo de flores rojas, con un moño muy parecido a los que le había puesto al pino. Mis tías, sus esposos y mis primas también recibieron regalos, solo faltaba yo. Si me han olvidado pensé. De repente, todos se quedaron en silencio y me miraron. Querían mirarme la cara para ver mi reacción. En ese momento no sabía qué iba a pasar, ahora que lo recuerdo, todo tiene sentido. Kevin, no te hemos olvidado, dijo mi mamá riéndose y puso en mis manos una cajita con mi regalo. Que creen, se rompió el silencio, de la caja salió un perrito muy pequeño, envuelto en adornos dorados, parecía parte del árbol de navidad. Levantó la cabeza, hizo algunos sonidos, me miró y desde ese momento fuimos inseparables. Con sus payasadas y su ternura se ganó el corazón de todos, incluyendo a mi hermano que lo ama. Tobby, que es el nombre de mi perro, ha hecho milagros. Llena a todos de alegría, les quita el miedo, les hace olvidar sus problemas y penas cuando juegan con él. Mi abuela lo cargó y nunca había tocado un perro en su vida. Este cachorro es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Se acaba la navidad, pero les dejo su magia, magia con nombre, magia que ladra, magia que salta y nunca se acaba. Han pasado dos años desde aquella hermosa Navidad, por esta solo pido salud y felicidad para toda la humanidad porque mi regalo mágico está aquí conmigo. Mi abuela lo cargó y nunca había tocado un perro en su vida. Este cachorro es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Se acaba la navidad, pero les dejo su magia, magia con nombre, magia que ladra, magia que salta y nunca se acaba. Han pasado dos años desde aquella hermosa Navidad, por esta solo pido salud y felicidad para toda la humanidad porque mi regalo mágico está aquí conmigo. Mi abuela lo cargó y nunca había tocado un perro en su vida. Este cachorro es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Se acaba la navidad, pero les dejo su magia, magia con nombre, magia que ladra, magia que salta y nunca se acaba. Han pasado dos años desde aquella hermosa Navidad, por esta solo pido salud y felicidad para toda la humanidad porque mi regalo mágico está aquí conmigo.
Kevin Muñoz Gómez,
15 años,
La Habana,
Cuba
Ilustración:
Web.
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