MI VERSIÓN DE CAPERUCITA ROJA

La jóven tenía apuro por llegar a lo de su abuela, debía visitarla. Pues se estaba recuperando de una larga enfermedad y la visita de la dulce niña le sentaría bien.
Recorrió el trayecto, pero escuchó de repente un grito, entrequejado y de tonada no humana.
Lo que vio, símplemente lo resumiré, pero tengo entendido que encontró a un leñador, atacando a un pobre lobo, muy lastimado.
-¡Alto! -Gritó Caperucita -¿No ve que el pobre animal ni puede defenderse de tantas heridas que usted le ha propiciado?.
-¡Niña insolente! -¡Toma!
Y diciendo esto, arrojó el débil animal a sus pies y finalmente dijo: -Ahora él es tu problema niña.
Luego de aquello y antes de llegar a lo de su abuela, el lobo empezó a hablar con ella:
-Soy un espíritu natural y protector de estas tierras y gracias a ti, pude librarme de ese leñador que casi me mata.
Cuando ya habían llegado a la casa de la abuela, el lobo se detuvo en seco y mirando fijamente a la puerta dijo:
-No es tu abuela quién está ahí adentro.
-¿Que dices? (La jóven se mostró algo alterada).
-Quién está ahí adentro, no es tu abuela, es una bruja. Cambia de forma a tu abuela, la tiene encerrada en algún lugar en el bosque.
-¿Como la podré salvar? -Espamentó la niña, ante la criatura.
-No te alteres, Caperucita -Dijo el lobo... Solo necesitas una capa roja, como el rubí y ponérsela a la bruja. Cuando la tengas, pídele que deje ir a tu abuela y que regrese de donde proviene.
Caperucita esperó a que la bruja se duerma y entró por la ventana del dormitorio. Al ver apagada la luz, aprovechó para colarse adentró, le puso su capa que le había dado su madre para el viaje, pidió lo que le había aconsejado el lobo, enviando a la bruja a su lugar de origen. Y en su lugar, ahora sí reposaba la abuela de la jóven.
Se abrazaron y junto a ellas, estaba el lobo que se quedó junto a la abuela para hacerle compañía para toda la vida.
A la semana siguiente, Caperucita regresó a su casa.

 
Virginia Andrea Llobera,
Argentina.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA LLORONA AQUÍ NO LLORA; PUES NO HAY NIÑOS QUE LLORAR.