REFUGIO

Hay veces que cuando me siento mal, pienso, siento o creo, que no hay nada ni nadie que puede entender mi estado o ayudarme a superarlo. Por eso más de una vez cometo el error de no hablar con nadie u ocultar mis sentimientos al máximo. Pero llega un momento en el cual se me hace imposible hacerlo, ya que la tristeza se apodera de mi y es muy evidente que no estoy bien. Mis ánimos son de lo peor y hasta trato de mala manera a las únicas personas que me sostienen y apuntalan día a día. Es por esto, que llega la ocasión en la cual es mi madre la que me obliga a decirle que es lo que está pasando por mi mente, ya que me niego a hacerlo; trato de no preocuparla, pero ahí es cuando llega papá y al hablar las lágrimas comienzan a surgir, a recorrer cada centímetro de mi rostro, y es ahí cuando mi ser se quiebra y comienzo a hablar sin poder dejar de tartamudear y llorar. Allí salen todas mis penas y preocupaciones, allí es cuando logro abrirme y dejar que alguien me ayude. Pero también es allí, en dónde mi mamá me dice: "Ya sabía que estabas mal por eso, te conozco hija, no te olvides de que soy tu madre", y es cuando yo comprendo que mi único refugio en la vida es mi familia, padres, hermanos, tíos, abuelos, a lo mejor algún amigo; a su vez comprendo que son ellos lo que sin que yo se los diga ya saben que anda por mi mente, con solo mirar a mis ojos pueden verlo, porque los ojos son el espejo del alma y es allí en dónde mis pesares se guardan.

Macarena Maggi
Argentina

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