FÁBRICA DE FELICIDAD

En reiterados sueños he acostumbrado a ver simplicidad en la oscuridad, puesto que no me ayuda a olvidar lo mas obvio.
Desde mi infancia fui acompañado con una presencia que casualmente no quería la mía. Pero, sin embargo, la ternura de este ser era mas que confortable para mi. Me daba seguridad y en ciertas ocasiones se acurrucaba junto a mi y me cantaba desde lo mas profundo.
Era lógico de imaginar que a medida que pasaba el tiempo, mas crecía mi afecto sobre ella. Me repudiaba la gente a mi alrededor haciendo mas complicada mi existencia en este mundo. Pero sabia que al llegar a casa este personaje me haría feliz con tan solo pedirme de comer. Ella no vino a este mundo para obedecer, ni tampoco a hacerse cargo de dos jóvenes que nada sabían de ella. Iría contra su naturaleza.
Son vagos algunos recuerdos de mi infancia, ya que la mayoría los ocupa su indiferencia con todo y todos, las noches que dormía conmigo en mi cama, que digo mi cama si solo ocupaba la cuarta parte de esta, el resto era su lugar. Yo era un intruso, no merecía estar ahí. Pero daba igual, había un propósito por la cual debía estar ahí. Era básicamente porque tenia que cuidarla de otros intrusos.
A pasado tiempo ya y el afecto que le tenia se engrandecía a cada segundo que la miraba. Tal vez no me daba cuenta pero ella sabia todo de mi y ami me faltaba conocerla.
Luego, una noche me tomó por sorpresa, y de esa vida, que era parte de la mía, había engendrado a otro ser. Blanqueado, asustado, y parcialmente ajeno. Habia un nuevo amor y no era el mio, sino de ella. Era su "Bombom", El nombre otorgado por por el ser que tal vez no los entendía, pero sabia que también sentían.
Ahora había una gran disputa por reclamar un corazón. Uno que era sabio, parecía venir de una élite profesional que no era capas de sentir amor.
Ese amor no duró mucho, dado a la desaparición de ese ser hermoso que había surgido de ella.
Otra vez al mismo lugar. Sin ningún gesto, ni un movimiento. Estábamos en luto y la represión de saber que ella estaba muy lastimada pero no lo demostraba era casi notorio.
Pero, -Arriba esos ánimos!!- me decía.
-La felicidad no acaba!!-. Exactamente era eso, no acababa, jamas acababa.
Habia nacido no solo uno, sino, varios brotes de alegría. Eran cuatro para ser exacto, y me sentía lleno, muy lleno, demasiado diría yo.
Parecía que estaba en mi mejor momento, nada llenaba de alegría a un niño mas que la esperanza. Pero lastimosamente iban muriendo uno a uno. Algo estaba haciendo mal y no sabia que era. Nuevamente, su mirada de decepción. Ya ni aguantaba más y me sentía muy estúpido.
Al pasar otro año, nace otro. Este tenia algo diferente que lo hacia igual a su madre. Y ahora, se había convertido en mi mejor amigo. Ella parecía sentirse bastante bien. Y es que yo me sentía a gusto con mi nuevo mejor amigo. Se llamaba "Cosmo", les parecerá curioso pero es que ese nombre no se lo dí yo formalmente, sino que fue mi hermana mas pequeña haciendo referencia a sus jugarretas algo tontas es por eso que le pusimos ese nombre con vocalizacion infantil.
Ese pequeño monstruo se la pasa todo el tiempo conmigo,y cuando digo conmigo me refiero a que dormíamos juntos la mayor parte del tiempo. Eso era satisfactorio, al igual que comer.
Una tarde quise darle de comer y ante la impaciencia de no encontrarlo corrí al fondo de mi casa a buscarlo. Y si, ahí estaba recostado al lado de un árbol, parecía tranquilo, no quería molestarlo, pero estaba equivocado, el estaba muerto. De pronto mis ojos empezaron a llenarse de lagrimas e intentaba buscar un culpable, pero era inútil, el ya no estaba y nadie me lo iba a devolver.
Ya pasaron 14 años y este dolor no se me va. Al parecer la presencia de ella y su madurez ante todo me mantenía en pie, y es que ella me enseño el verdadero sentido de amar.
Perdiendo toda esperanza de que volviera a nacer otro ser de sus entrañas, me golpeaba otra vez en la cabeza haciéndome sonreír nuevamente. Esta vez eran dos y muy dentro mio sabia que algo malo iba a pasar y así fue. Una bestia sin escrúpulos mató sin piedad a uno de ellos dejando solo al mas pequeño. Ahora eran dos, y el que quedaba, con toda su inocencia aun tenia ganas de jugar, pero ella ya no. Al parecer se enojaba en todo momento, su seriedad tenia sus motivos.
Pasaron días y ella desapareció, me dejo solo. Ahora que iba a ser, tantos años tirados a la basura. Mis lagrimas compactadas me decían que no era necesario llorar.
Sabia muy dentro mio que ella iba a volver y que me ronronearía en mi pecho dándome tranquilidad. Pero no fue así, aun no vuelve y mi vida parece perder sentido. Pedo debo madurar como ella lo hizo. Aprendí algo muy importante de ella y es que no importa cuantas veces pierdas, siempre va a quedar una razón por la cual seguir de pie. Hoy la extraño pero su ultimo hijo me da fuerzas para seguir inspirándome en lo sentimental.
Cada palabra es una lagrima, cada lagrima es una historia, cada historia es una noción de la realidad, que en el futuro se convierte... en una experiencia.


Martín Farel
18 años
Argentina

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