EL NIÑO ADOLESCENTE

Señor lector:
Me dirijo a usted de manera directa porque siento que estos últimos días no me ha tomado enserio. He escrito 365 cartas (Una cada día, durante un año). No pretendo que cambie de opinión con respecto a sus creencias religiosas, ni martirizar aquello que lo conmueve.
De hecho solo quiero ser su amigo y contarle que hoy conocí a una niña. Es fantástica, divertida, escribe con crayones muy lindos y le gustan los animales tanto como a mí. No dir
é su nombre, ni tampoco su edad. ¡Solo sé que me ha decepcionado saber que está lejos de mí! A pesar de que esta niña esté muy lejos me perturba el no saber de ella: Hablo de sus cosas más personales, su vida, sus gustos. ¡Creo que jamás me sentí así! Es como si alguien me atara e intentara manipularme, llevándome en dirección contraria. No estoy diciendo que me esté enamorando de ella (Sería algo absurdo). Jamás se me cruzaría por la cabeza algo así. Es solo que podría existir la posibilidad de... ¡No!... ¡No!... Estoy llegando demasiado lejos...
¡No sé! ¿Usted que piensa? Realmente no debería pedirle opiniones. Jamás me ha contestado una sola carta, ni si quiera sé si existe.
Pero... ¿Quién soy yo para juzgar lo real, lo verdadero? Soy solo un niño ¿Por qué será tan importante para mí la verdad? Al parecer eso hoy se ha relativizado. No todos utilizamos la noción de la verdad del mismo modo. ¿Se encuentra la verdad en las cosas mismas o es producto del hombre?¿Si la verdad fuera una reconstrucción humana, podríamos seguir hablando de la verdad? Tan simple como decir que es, de lo que es. Y de lo que no es, que no es, es verdadero. Al igual que decir que no es, que es. Y de lo que es, que no es, es falso. Lo verdadero es la afirmación de las cosas y nunca las cosas mismas. Pensaría que es tan falso como mis posibilidades de conquistarla y romper con la ansiedad de sentirme dependiente a sus palabras.
Pero usted no entenderá....

¡Adiós!


Martín Farel
Argentina
17 años

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