POR ÚLTIMA VEZ

La ví. Ví cuando se fue. La abracé fuerte.
La sentí, sentí su pecho. Sentí el latido del corazón que me pertenecería, en cuanto ella volviera.
Le prometí amarla, a pesar de la distancia. A pesar de que ya no estaría conmigo. A pesar de todo.
Le dije. Le dije cuánto la amo, con lágrimas en los ojos.
Subí con ella hasta el avión. Estuve allí hasta que me obligaron a bajar. Le anuncié que le deseaba lo mejor. Le dije que al volver ella y yo nos uniríamos para amarnos mucho más alla de la eternidad.
A Amanda le deseo un buen viaje, le dije al hombre que estaba encargado de cerrar la puerta. La puerta de aquel avión. Que me separaría de mi Amanda.
Para mí esa despedida dejó mucho que decirnos. Lamentablemente, dejó mucho.
Pero ella me dejó un dolor. El cual no se iguala al amor que siento aún por ella.
Y sabía que ella sentía lo mismo.
Recuerdo verla por última vez. Ella me miró a los ojos y me dijo que volvería. Que volvería para amarme. Que volvería ella me dijo.
Pero en cambio yo. Me quedé con muchas palabras, con muchas expresiones. Con tantas cosas que decirle.
Recuerdo también cuando el avión despegó. Recuerdo haberlo seguido, hasta que no pude correr más. Corrí demasiado. Con tal de hacer algo para que ella no se fuera. No se fuera de mi vida por tan sólo dos años.
Dos largos años que esperé. Que en cuanto se cumplieron, ella me llamó. Me llamo para decirme que volvía.
Pero lamentablemente. Fue la última vez que escuche su voz. La última vez.
Recuerdo que la última vez que la ví. Fue cuando me dijo que me amaba en aquel avión. Aquel avión que la separó de mi vida.
Y ahora ver a mi querida Amanda.
Ver su cuerpo. Sentir su cuerpo sin respiración. Sin latidos de aquel corazón que me iba a pertenecer.
De aquella mujer a la que amé. A la cual amo. Aún después de fallecida. Aún después de verla en el lugar en donde su cuerpo descansaría para siempre. Aún después de todo.
Recuerdo a su padre llorando. Recuerdo a su familia desvanecida por el llanto. Lo recuerdo. Ese momento se me quedó en la mente.
Parecería que tan sólo hacia un momento de que ellos me anunciaron. Me anunciaron que mi querida Amanda había fallecido tras dos años de no haberla visto. De no haberla sentido. De no haber llorado con ella. De no haberla tenido conmigo. De no haberla tenido en mis brazos.
Recuerdo que me habían dicho que murió. Que murió tras un ataque al corazón. Un ataque al corazón de mi Amanda.
Recuerdo que me dijo su padre que fue en cuanto venía en el taxi hacia mi casa. Hacia mi casa en donde compartimos tantos momentos. En esa casa.
Recuerdo que me mostraron los indicios que marcaban que intentaron hacerle daño, hacer daño a su cuerpo. A ese cuerpo que amé. A ese cuerpo que amo.
Y entonces pensé. Pensé en prometerle eterno amor. Eterno amor a Amanda, mi querida Amanda.
Lo hice. Lo hice a pesar de que ella no se sorprendiera al verme hacerlo. A pesar de que no vería una sonrisa en su rostro. A pesar de no tener una respuesta. No aún.
A pesar de todo.
Seguí viendo. Ví a Amanda. A mí querida Amanda. Por última vez. Ví a su cuerpo por última vez.
La ví y me despedí diciéndole que la amo. Diciéndole el amor que siento hacia ella. Le dije tantas cosas. Que ella no escuchó. Que mi querida Amanda no escuchó. Que no escucharía nunca. Nunca.
Pero. Quisiera haber estado con ella en ese momento. Defenderla. Defender al cuerpo de ella. Defender su amor. Su cariño. Defenderla en fin.
Defender a la que hubiera sido mi Amanda.
Tan solo necesito un momento más con ella. Pero ya no está. No está. Esa sonrisa no esta más. Ya no está
Regresé a mi casa decidido. Decidido a verla. De nuevo. A pesar de que perdería mi vida. A pesar de todo.


Vanesa Guerrero
17 años
Argentina

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