Porque estoy parado frente a tu casa, con la boca congelada por el invierno, mis palabras secuestradas por el recelo. Mi llanto, poco comprensible, es drenado por el inmenso valle de mi grande ilusión. Toco la puerta de tu casa, tu sales, luces muy bien en tu semblante y me envuelves en palabras calurosas y tiernas. Yo respondo: Tú, un ser tan bello... ¿Por que jurarte que yo traeré la luna y las estrellas hacia ti? Si tú y yo seremos un universo infinito de amor. ¿Por que prometerte un mar de cariño? En tal caso, seremos naufragos sin salida de la isla de tu corazón. Por último, si me pides que viajemos a algún lugar, viajaremos en una nave espacial, a miles de años luz. En el trayecto, nuestras almas serán fieles compañeras de la luminosa y tierna luz y del imponente y gallardo sol. José Alexander González Quizhpe, Ecuador.